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Entrevista - ALESDE

Haga clíc aquí para leer la colaboración de Prof. Elizabeth Pike (University of Chichester, Inglaterra) acerca del Deporte en Reino Unido y los Juegos Olímpicos en portugués o inglés

Texto de hoy: "Rugby femenino: El hallazgo de la manada, la dicha de la pertenencia.", por Girlandrey Sandoval Acosta. Licenciada en Historia de la Universidad del Valle (Cali - Colombia) y becaria Flacso en la Maestría de Sociología, Flacso-Quito (Ecuador). Hace parte del grupo de investigación Género y Política del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad de la Universidad del Valle y del Grupo de Estudios de Género de la Universidad Icesi (Cali - Colombia) Hace parte del Club Máratas Rugby Femenino de la ciudad de Cali. Co-fundadora de la Revista La Morada Feminista, edición autogestionada sobre feminismo y cultura popular, Cali - Colombia. Integrante de la Red Colombiana de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos, nodo Cali.

(…) mis experiencias personales, que a la vez fueron
compartidas con otras jugadoras de rugby,
han contribuido de forma especial a desarrollar mi feminidad,
una feminidad que, por supuesto,
escapa a las definiciones dicotómicas de género.
Si socialmente el rugby es visto como un deporte masculino,
personalmente el rugby me ha ayudado
a no negar mi cuerpo femenino y a apreciar el partir de mi
cuando me relaciono con otras jugadoras.
Monserrat Martín Horcajo
Contribución del feminismo de la diferencia sexual a los análisis de género en el deporte.

El Hallazgo.
Yo pensé que la vida era solo color de rosa hasta que llegué al rugby. Luego de un primer entreno en la cancha 3 del reconocido Centro Deportivo Universitario –CDU- de la Universidad del Valle me di cuenta que podía ser rojo pasión, además del “verde que te quiero verde” que llevo en la sangre. El deporte ha sido una constante familiar. Mi padre, Néstor Rafael Sandoval Villa, segunda generación de campesinos migrantes de Soledad, Atlántico, se encargó de zambullirme en aquella corriente de amor por el deporte. Como algunas de las compañeras del Club Máratas, (equipo de rugby femenino maravilla en el que juego hace dos años), llegué al rugby por otra mujer, una colega de profesión que pegó en la facultad donde estudié, la publicidad de un pequeño cartel que contenía las imágenes de diferentes dibujos animados femeninos y que decía: “No importa si eres grande o bajita, si eres delgada o acuerpada, no importa tu ocupación y mucho menos tu edad. El rugby es un deporte para todas”. Me atrevería a decir que prácticamente por ese lema y por las imágenes de la Nana del Conde Pátula, Robotina de los Supersónicos, Mafalda de Quinno, Angelica de Aventuras en Pañales y Marge Simpson llegué al rugby.
Recuerdo como si hubiera sido ayer cuando jugué mi primer partido. Por múltiples ocupaciones sólo pude jugar un partido de verdad, hasta un año después de haber comenzado a entrenar, y de leer y llenarme de puro rugby hasta el último poro de mi cuerpo. Fue en un torneo realizado en la ciudad de Pereira en 2011. Entré a la cancha con todos los temores de quien se enfrenta por primera vez en una competencia deportiva, temblaba cada parte de mi cuerpo, y mi mente se encontraba obnubilada de tanta adrenalina. Jugábamos Sevens, una de las modalidades del rugby donde se enfrentan por 14 minutos, dos equipos de 7 jugadoras cada uno. Es exigente, todas las jugadas son rápidas, hay que ser fuertes y agiles, y el apoyo del equipo es fundamental. Cualquier cosa puede suceder en el momento menos inesperado. Justo cuando jugaba mi segundo partido en aquel torneo, sufrí una lesión en la rodilla izquierda luego de un tackle sorpresivo por la espalda que me dejó por fuera de la competencia. No pude continuar en la fiesta del rugby femenino, pero este partido le dejó a mi equipo la medalla de bronce, un tercer tiempo de mucha cerveza y música para bailar, y a mi, un jugador de rugby que me declaró su amor.
La Historia
El rugby femenino en Cali lleva más de diez años resonando en diferentes canchas de la ciudad. En 2011, uno de los primeros equipos, “las Máratas”, cumplió 8 años de fundación. Actualmente existen también otros equipos como las “Buziracas”, “Amapolas”, “Valquirias” y “Pandoras”. Aunque la explosión del rugby femenino es reciente, éste ha tomado la fuerza suficiente para hacerse visible y generar varias reflexiones al respecto. Una de ellas, está atravesada por el ser mujer y practicar un deporte, que para el imaginario común de la villa caleña, es violento y agresivo y pone en cuestión la identidad femenina de quienes lo practicamos.
Las primeras mujeres en jugar rugby lo hacían a escondidas. Colegios ingleses ofrecían el deporte solo en su modalidad masculina y las mujeres empezarían tiempo después a jugarlo en las universidades. Para Montserrat Martín, es interesante pensar cómo estas mujeres ingresaron al rugby por motivos ligados a un periodo de intensas reivindicaciones políticas y sociales impulsadas en las universidades europeas a principios de los años 70 por movimientos radicales a favor de los derechos humanos y la igualdad para las mujeres. En abril de 1995 se juega en Colombia el primer partido de rugby femenino. En la idea de ensayar una línea reivindicativa, la práctica del rugby femenino se nos antoja como un espacio para reflexionar acerca de la feminidad y las transformaciones del cuerpo femenino que atraviesan la práctica de este deporte. Como un eco de las voces de quienes jugamos rugby, retomo las interpretaciones de mis compañeras, en la idea de explorar algunos de sus pensamientos y de las sensaciones que atraviesan la experiencia de estar en la cancha:
“Cuando la pelota sale disparada por la patada a mitad de cancha lo primero que siento es una explosión de adrenalina, luego sólo me concentro en obtenerla, si lo logro sólo pienso en avanzar cuanto sea posible, los latidos de mi corazón van en aumento cada vez más, mi temperatura corporal sube en cuestión de poco tiempo, siento la sangre concentrada en mi cabeza, si me caigo, me golpeo, no lo siento, pues sólo estoy pensando en que mi equipo no pierda la posesión de la pelota; luego viene la oportunidad de anotar, me siento “intackleable”, mi mente me repite desesperada: ¡CORRE! ¡CORRE! ¡CORRE!, mis oídos sólo escuchan la respiración entrecortada, no hay tiempo de mirar hacia atrás, así que prefiero pensar que por lo menos hay dos compañeras que me apoyan, una indeseada mano roza mi espalda y siento que me desgarra el alma, mi corazón deja de latir por un segundo y sin saber cómo aumento la velocidad, ahora soy inalcanzable, cruzo la línea in goal y anoto…vuelvo a respirar, a escuchar, a ver, a vivir.” Annie Rodríguez.
Cuerpos que importan
Cuando jugamos rugby, contenemos una serie de emociones y pensamientos que solo podría entender quien se entrega a un partido de Sevens o alguna otra modalidad. No interesa universalizar aquello que significa el rugby para nosotras, no obstante, las rugbiers transformamos nuestras vidas en medio de los entrenos, en medio de la cancha, los partidos, los triunfos, las derrotas y el tercer tiempo. Varias de mis compañeras relatan que juegan rugby principalmente porque es un deporte que no excluye por el físico. Tal como explicaba el lema de la publicidad por la que varias ingresamos a las Máratas, en el rugby todos los cuerpos importan. Cada una es parte integrante de la totalidad que conforma el equipo y la variedad de cuerpos se vuelve un asunto de vida o muerte. Son necesarios cuerpos femeninos voluptuosos en la delantera, cuerpos talla media en el centro y cuerpos pequeños y ágiles en la línea. Así conozco a mi equipo, así siento la confianza para jugar, para correr, para entrar al apoyo y para anotar. Con este tackle a las exclusiones deportivas que seleccionan los cuerpos que importan y los que no, nosotras ingresamos con la certeza de integrarnos a un engranaje colectivo que necesita de cada una de sus figuras para lograr su cometido: los trys.
Pues bien, a esto se suman valores que se relacionan con la libertad, la colectividad y la confianza. Una vez en una reunión de integración de las Máratas, hicimos autoconciencia sobre el rugby. Allí varias compañeras comentaron que era el único espacio donde compartían con otras mujeres, donde tenían amigas, y que esto sucedía gracias al equipo y a la forma en que se juega. La dinámica interna del rugby, obliga por si mismo a que se genere una “común-unidad” al momento de practicarlo y crear estrategias de juego. El hecho de tener que hacer pases del balón diagonales hacia atrás, apoyar constantemente y cuidar el balón a toda costa genera un trabajo en equipo coordinado, que propone el re-conocimiento de la compañera de equipo y motiva la confianza total. Sucede que siempre alguien estará allí para vos en caso de un tackle, de un ruck, una maul o luego de un scrum para protegerte y recibir el balón . Además, como decía una vez la entrenadora de Máratas, Carolina López, hay que jugar a lo que la compañera juegue. No hay tiempo para regaños, correcciones ni desaprobaciones. De modo que el rugby femenino lleva a disfrutar el estar entre mujeres, a creer y confiar en las compañeras, y lo más importante, es que al conocer y comprender las formas en las que cada una juega se evidencian relaciones que crean conocimiento femenino y respetan genealogías individuales.
Monserrat Martin afirma que “las relaciones entre mujeres en el mundo del rugby son clave para dar sentido y valor propio a las experiencias que las jugadoras vivimos dentro y fuera del campo de rugby”. De esta manera sería posible que la normatividad sobre los cuerpos, sus formas de relacionarse con el mismo y con otras mujeres en medio del deporte puedan impactar sus vidas cotidianas, alcanzando a transformar la identidad femenina y las formas de ser mujer que solemos “actuar” en la vida diaria. Dos compañeras Máratas comentan un par de rasgos de las ideologías de género emergentes en la práctica del rugby:
“En mi opinión muchas mujeres deberían salir de esa burbujita en la que debes comportarte de “cierta” manera para encajar y que los demás piensen que tu comportamiento es aceptable y perteneces. Además el rugby es un deporte que requiere de ciertas habilidades que en el desarrollo de tu vida personal y profesional son aplicables y te ayudan a buscar y encontrar soluciones prácticas." Julie Pauline Mina.
“Pues somos diferentes porque rompemos las convenciones discriminatorias contra el género, porque no aceptamos la feminidad y la mujer convencional que los hombres desean: “débil, delgada y sometida”, porque somos mujeres verdaderas de carne y hueso, con sentimientos contrarios a los que “debemos” sentir, con pensamientos e ideas que pueden cambiar el mundo, y con mucho valor para obtener un balón y mucha otras cosas más”. Ifalia Argrios.
El rugby femenino propone una resistencia al ideal de cuerpo femenino y de feminidad exigida a las mujeres. Esto es comprobable en la medida en que las rugbiers superan la dicotomía de género imperante en la sociedad actual, con fluidez y multiplicidad en la cancha de juego. Varias mujeres que juegan rugby suelen contar que no se sienten “machonas” ni “hombres” cuando expresan la pasión en un partido. La agresión se reemplaza por pasión y respeto. Sabemos que cuando entramos a una cancha debemos jugar con seguridad, pensando primero en cuidarnos nosotras mismas y respetando al máximo el cuerpo de la rival, quien amablemente ha prestado su cuerpo, como diría una amiga Buziraca, para que puedas competir y divertirte.
En definitiva, las mujeres que jugamos rugby identificamos un cuerpo sexuado en femenino diverso y variable. Un cuerpo en formación que está sujeto a cambios, permanencias, irreverencias y libertad. Creo que todas sentimos el hallazgo de una comunidad de mujeres que nos recibe con agrado y por ende, se ocasiona la dicha de la pertenencia a una práctica deportiva que va creciendo y re-definiéndose cada vez que mujeres distintas ingresan a los equipos o crean otros para incrementar la competencia y enriquecer la familia del rugby caleño. De modo que frente a las emociones fuertes generadas por este deporte tan controversial, cerramos junto con Annie Rodríguez, quien nos transmite la sensación profunda que subyace mantenerse en el rugby femenino, pese a las vicisitudes:
El partido ya se va terminar – al final, mi día terminó con unos cuantos silbidos y aplausos por parte de los espectadores al verme salir aferrada a la espalda de mi padre con un fuerte dolor en el tobillo (lo que terminó siendo un esguince grado 2) pero con la frente en alto; sobre todo aún recuerdo a alguna de las chicas preguntándome: ¿Anny vas a volver? A lo que le respondí: ¡Sí! Annie Rodríguez.

Acerca de esa sesión

En esta nueva sección del sitio ALESDE se incluyen entrevistas con estudiosos más importantes del deporte en la perspectiva socio-cultural en América Latina y el mundo, con el objetivo de inspirar a otros estudios y una relación más estrecha entre sus miembros.
Usted puede colaborar? Puedes sugerir a alguien para una entrevista o cualquier tema? Contactenos por correo electrónico marketingalesde@gmail.com.


Obs.: Ese es un espacio aberto para reflexiones de personas interesadas en difundir sus trabajos. La Asociación apenas fornece el espacio, no tenendo responsabilidad acerca de su contenido.